PADISBOL 
 Asociación de Padres y Amigos de las Personas con Discapacidad en Bolaños. 
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Historia 19: "DOS MONJAS MUY ALOCADAS"

"Dos monjas muy alocadas"
Era un día de verano en el que dos monjas salieron del convento para darse una vuelta por el bosque y, de repente, se encontraron con una laguna.

 Una de ellas le dijo a la otra: - ¿Nos quitamos el hábito y nos bañamos en la laguna?
Sin embargo, su amiga pensó que si pasaba alguien y las veía y esta información llegaba a los oídos de la madre superiora les podía costar que las echasen del convento.

Pasado un rato y sin parar de mirar la laguna y el paisaje, se dieron cuenta de que por allí no pasaba nadie y, finalmente, decidieron quitarse los hábitos y bañarse en esas aguas.

¿Cuál fue la mala suerte para estas monjas? Un joven chico que paseaba por allí con su perro se escondió entre los arbustos para que no lo vieran disfrutando como un loco de poder ver a dos monjas desnudas.

Este joven iba todos los días al bosque y siempre se encontraba la misma estampa, ya que las monjas al ver lo mucho que podían disfrutar allí se refrescaban diariamente. El chico les contó a sus amigos lo que veía allí y estos se animaron a ir con él al día siguiente. 
Cuando llegaron a la laguna pudieron comprobar que lo que les contaba su amigo era cierto y entre ellos se preguntaban si alguna vez habían visto alguna mujer desnuda. Todos ellos dijeron que no, y se echaron a reír pensando que las primeras mujeres que estaban viendo sin ropa eran dos monjas del convento. 

Sin hacer mucho ruido estos muchachos cogieron los hábitos de las mujeres y estas al darse cuenta les dijeron: 
- ¡Por favor, devolvednos los hábitos, no podemos salir desnudas, somos monjas y si llegamos así al convento la madre superiora nos echará!
Los chicos les dijeron que tenían una buena estampa de recuerdo para toda la vida y que se iban a llevar los hábitos y si querían llegar hasta el convento tendrían que hacerlo en prendas menores.

Las monjas no sabían si reír o llorar, pero esperaron a que llegase la noche para volver al convento sin ser vistas. Una vez allí, la madre superiora les pidió explicaciones y las jóvenes le contaron lo sucedido.
Aun así, la madre superiora pensó que lo que habían hecho les costaría dejar de ser monjas y ellas aceptaron su culpabilidad y salieron del convento. 

Las dos amigas decidieron volver a la laguna, dándole las gracias a Dios, ya que ellas seguían teniendo fe y pensaban que lo ocurrido no había sido algo tan grave. 
Finalmente, tras sentirse liberadas volvieron a quitarse la ropa y a refrescarse en aquellas aguas cristalinas. 


REFLEXIÓN:
Cuando nos apetece mucho hacer algo que nos repercute solo a nosotros mismos, no debemos dejarnos influenciar por la opinión de los demás. A veces no disfrutamos las cosas al cien por cien por el temor al que dirán. Os animo a divertiros y pasarlo tan bien como estas monjas alocadas. 

  
FIN
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